8/12/10

UN MAL TRAGO

S tiene que ir al dentista. Lleva dos días con alergia, lagrimeo, estornudos y sorbe a cada momento pero sobre todo, tiene molestias en una muela.

Como siempre que es urgente, hay que ir antes de que empiece la consulta y el dentista se pone más acelerado y más con S que sabe que, aún tumbado, le levanta la mano a la primera de cambio. Empieza a tener una infección importante y tiene que hacerle una endodoncia (extraer el nervio poco a poco enroscándolo en un tornillo especial). Efectivamente empieza a ponerse nervioso porque cada vez que intenta meterle el tornillo siente dolor, así que pinchazo va, pinchazo viene de anestesia y sin rechistar. Va acelerado. Tras 15 pinchazos lo que no siente es ni la lengua ni los labios. De pronto el dentista le pide que se incorpore rápido y escupa fuerte; levantado, nota que tiene algo en la garganta; el médico insiste "¡ESCUPE, ESCUPE... venga, al baño... VOMITA!", cada vez con el gesto más desencajado. Ya andan las dos enfermeras alrededor y el dentista pide que traigan una barra de pan a toda hostia. Al medio minuto estaba la enfermera con una barra de pan castellano con el currusco empezado (evidentemente de la vecina). Le pasan a la sala de espera y que se lo coma todo. Tiene que hacer una bola en el estómago que arrastre al pincho y evitar se le clave en el interior. Con la boca completamente acorchada y angustiado va metiéndose una barra de pan a las 10 de mañana. En la sala solo hay una mujer. Vaya panorama dirá ¡qué puede pensar de un tío que está sorbiéndose los mocos y lloriqueando todo el rato, tratando de engullir una barra de pan como si le hubieran castigado! Le cuesta comérsela hora y media. Mira de reojo a la mujer, no quiere que lo mire, y cuando llega su turno saca el bastón de ciega y se va. Todavía se da más pena.

La tarea de limpiar la muela no ha acabado así que tiene que volver al potro y aterrorizado, deja una pierna apoyada en el suelo y mano sobre el pecho dispuesta al manotazo. Hay que volver a anestesiar otra vez con 5 ó 6 pinchazos. Acabada la faena, S no deja de preguntar qué es lo que se ha tragado y el dentista sin querer soltar prenda ...”una piececita”... y S “pero, ¿es algo metálico?” insiste “quiero ver lo que tengo dentro y llevarme uno igual”. A duras penas, saca un tornillo lo mete en un frasco y se lo da sin rechistar. Se espanta al ver el tornillo de espiral dentro; pregunta qué le puede pasar. El dentista le explica: "1: “Estarás un par de días comiendo sólo pan y espárragos, hasta que lo eches sin problema. 2: Que aún así, no lo eches y no tengas molestias. 3: Que tengas dolor agudo o pinchazos. En ese caso me llamas inmediatamente (le da tel. de casa y móvil) y te vas a Urgencias al Hospital”.

LA HOSTIA... ACOJONE Y PENA TOTAL. Pero el día no ha hecho más que empezar. Deprimido y dolorido va al colegio de Aparejadores a llevar un expediente. La bruja del mostrador no se lo admite: “te lo tienes que llevar”. No sirve insistir. Cabizbajo se va. Entra al Banco a pedir un adelanto de nómina. “tienes que suscribir una póliza”. Como si le hicieran un favor consigue al final 300 €.

Llega a casa hundido. Seguramente es la primera vez que ha ido al dentista solo desde que estamos juntos. Es el único médico que le da miedo (justo al contrario que a mí que me aterran todos menos el dentista). Dice que lo ha preferido porque viendo mi angustia hubiera sido peor. Me lo cuenta mientras comemos y me entra una colitis que voy al baño 4 veces en media hora, tengo pinchazos y pienso en lo chunga que es la situación con el bicho dentro. No le ha mandado ninguna radiografía y hay esperar hasta el lunes (es viernes) a ver si lo ha echado. Llamo al naturista, a ver qué opina: “tiene el peligro de que se haya ido por uno de los conductos bronquiales… que tome a cucharadas jarabe de aloe-papaya que es protector y cicatrizante y lo primero ir a Urgencias, hacer una radiografía y ver dónde se encuentra”. Me empieza a temblar todo.

En Urgencias, tras dos horas de espera se la hacen. Se ve estupendamente, lo tiene ya en el intestino grueso y pasado el apéndice. Le quieren dejar ingresado pero S dice que si ya ha pasado la zona difícil lo que quiere es irse a casa y poder cagar a gusto cuando sea. Firma el alta voluntaria. El papel, 3 copias y ninguna para nosotros, dicen que es en contra de la opinión del médico. Cena una lata de espárragos de nuevo y nos ponemos a dormir en plena incertidumbre ante la posibilidad de despertarse a gritos y tener que meterse en un quirófano de inmediato.

A las 10 de la mañana me llama S, ha cagado y ha echado el bicho sin ningún problema. Casi lloro de alegría y no puedo dejar de sonreír. Cuando vamos el lunes al dentista pensamos que no le cobraría nada, JA! pero estábamos tan ilusionados de que no hubiera pasado nada, que ni rechistamos.

Abril 2003

Texto Maku Vicente

2 comentarios:

ata dijo...

Vaya mal trago.
Joder con el dentista!! Ya lo pasarás para no ir.
Al final, enhorabuena o así.

MAS dijo...

Aprovechando el comentario de ATA he cambiado el título.