17/11/07

UN DESCOLOQUE

3ª feria cannábica en Leganés. Santi lleva 5 días sin salir de casa con ayuno de comer y fumar. A mediodía dice que nos acerquemos a la feria, anda con gana de conocer los vaporizadores. Tras la siestecita de rigor, cogemos un taxi a las 18:30, en 15 minutos llegamos a la plaza de toros cubierta. Mucha gente alrededor, 13€ la entrada. Caro, muy caro porque la peña que hay está entre los 18 y los 25 años, somos los veteranos con 4 más. Nada más entrar, en el primer stand tienen varios modelos de vaporizador. Unos amigos de Pablo, el sobrino, reconocen a S y nos quedamos probándolo con ellos. Es un aparato muy sencillo con una boquilla fina que después de fumar todos me la pasan y, tras 15 años sin fumar, doy dos tironcillos. Es muy suave, deja buen sabor en la garganta, no hace toser (algo que me parecía imposible) y, aparentemente, no noto nada más… pienso “vaya si es ligero, con esto Santi no se entera de nada”. El chico del puesto da todo tipo de indicaciones, lo ve interesado y con tacos suficientes para comprarlo, cuestan entre 300 y 400€. Si quiere algo más fuerte que vaya al puesto de al lado, al de los holandeses. La plaza tiene la mitad del techo descubierto y se empieza a notar frío. Es como una chimenea y, a pasar de eso, a ras de la nariz llegan todo tipo de olores.

El puesto de los holandeses tiene costra para acercarse a probar su vaporizador, el aparato es más exagerado, tiene una buena botija-depósito de agua y un pedazo tubo como boquilla que es evidente que tiene que pegar más. Santi saca su bolsita de maría (todos llevan su bolsita para probar)y el venerable hombre de pelo blanco y camiseta a modo de alzacuellos empieza el rito de desmenuzarla y explicarle el sistema. Al primer tirón le da la tos y tiene que darse el aparato del asma, tiene los pulmones limpios y le entra como una bala. Empiezo a notar que me va subiendo el coloque de las dos mini caladas que he dado y no puedo dejar de pensar que a S va a darle un amarillo con la bomba que está aspirando ahora. Está metiéndose unas inhalaciones hasta el perineo y todo esto en ayunas de 5 días de comer, fumar y sentadito en su silla. Hago una foto mientras inhala, se vuelve, me mira y el venerable hombre de pelo blanco con una sugerente y sinuosa mano que se desliza con la palma hacia arriba, me invita insistentemente a probar. Para un profano, sería la viva imagen de incitación a la perversión. Menos mal que no he picado, hubiera caído redonda al instante. Nada más salir de la costra S nota el frío que hace y la boca la tiene pegada y rasposa como un estropajo. A mi no deja de subirme aquello y me agobia que S se maree. Realmente hace frío y como le de el tembleque la cagamos. Nos vuelven a ver los amigos de Pablo y S, en pleno subidón les dice “¿vosotros sois con los que hemos estado antes, no?” Sueltan la carcajada de ver el cuelgue que lleva y recordar que, en el primer aparato mientras tiraba decía, “a mi esto no me coloca nada”…

Estamos en el puesto de CÁÑAMO y enseguida veo que S, con la chaqueta abrochada, los bracitos muy pegaditos al cuerpo y las manos en los bolsillos, empieza a subir paso a paso unas escaleras. Voy tras él y dice que tiene muchísimo frío, la boca peligrosamente seca y mareándose, le retumba todo.

Emprendemos aterrorizados la huída a los 15 minutos de la llegada. No nos parece nada fácil alcanzar la salida entre una masa de gente humeante. Fuera no hace más calor que dentro y empezamos a acojonarnos ¿cómo vamos a salir de allí?, no pasa un maldito taxi. Para el pánico que tenemos da igual estar en Leganés que a 1000 km., la distancia de casa parece inalcanzable. Nos tiramos al primer bar que vemos. Un mini bar con 1 parroquiano fijo que habla con la dueña en la barra. Ahora tengo la boca tan seca como Santi y no acierto a articular palabra así que la oronda dueña se ríe y se da media vuelta para seguir su conversación. Vuelvo a intentarlo y consigo pedir 2 manzanillas. La mujer nos mira y ríe; pensaría “estos 2 viejales han entrado a la
feria y les han puesto hasta el culo”, se descojonaba ¡si supiera que hemos conseguido ese estado en escasos 15 minutos y cuatro caladas! Hace más calorcito pero seguimos colgados, es como si estuviéramos en otro país, la entrada del metro tiene una arquitectura exageradamente grande y luminosa, con voladizos acristalados supermodernos que acogen a pandilleros del barrio, las chichas todas con la tripa y grandes muslos al aire. Pienso que lo mejor es intentar pedir un taxi pero ¡qué esfuerzo! Tengo que hablar con la telefonista, explicarle dónde estamos, preguntar de nuevo a la dueña el nombre de la calle y de la salida de metro. Después de unos interminables minutos con los labios pegados a las encías y la lengua al paladar, consigo darle todos los datos. La telefonista tampoco se fía mucho de esa llamada y me advierte de que “el taxi tardará 10 minutos”. Seguimos tomando la manzanilla y, menos mal, que se me ocurre que salgamos
porque de pronto veo al taxista parado y oteando a ver si alguien le reclama ¡estamos salvados!

Pasamos a la tercera fase. Hemos salido de Marruecos y viajamos por LOS ANGELES. Velocidad, luces por todas partes, túneles inmensos con cruces, salidas, giros… ni idea de por dónde vamos. Luego comprobamos que el taxista es un lujo, primero nos ha esperado más de 5 minutos (un viejete malhumorado y desconfiado no nos hubiera dado ni 2), conoce el camino perfectamente y es una balsa conduciendo.

Ha sido un tiempo infinito, miro el reloj y son ¡las 19:40! alucinante!!! En una hora exacta hemos ido y vuelto a Leganés , estado en la feria, gastado 50€ sin comprar nada, pillado un subidón de miedo (real), batido el record de no ver más que los dos primeros puestos de la feria, tomado nuestra manzanilla y, sanos y salvos, estar de nuevo en casa donde nos da ataque de risa del canguis que hemos pasado, de la insinuante y sugerente mano del venerable hombre del pelo blanco y del descojone de la dueña del bar. Santi, que estaba físicamente peor que yo, como los colocones los conoce, se recupera enseguida, ya en el taxi venía mejor, en cuanto entró en calor… A mi me cuesta recuperarme dos horas del descoloque de cabeza.

Comprobamos que nosotros ya, trotes pocos e imprevistos menos.

2 comentarios:

Marnofler dijo...

jajaja, qué buena historia, no le daría tiempo a Santi de tirar ni una sola foto de cami-setas, jaja.

ata dijo...

joder, no contéis esas cosas, le quitan las ganas de ponerse a cualquiera, vaya malos ratos bobos que se pasan. nos vemos en getxo